El IEE presenta el Informe de Coyuntura Económica "Reformar y corregir desequilibrios para blindar el crecimiento"
Según el Presidente del IEE, el crecimiento económico, que ha sido muy sólido en 2015, se va a moderar el año que viene. Para 2015 se prevé alcanzar el 3,3%, mientras que para el siguiente las previsiones sitúan la tasa de crecimiento en torno al 2,7%. Es imprescindible acelerar la corrección del déficit público a fin de corregir la vulnerabilidad de nuestra economía y alargar el ciclo de crecimiento económico. Aun así, el grado de incertidumbre es elevado, ya que a los riesgos derivados del incierto contexto externo, hay que añadir los que pueden resultar de la situación política que surja tras las elecciones del 20 de diciembre y la situación abierta en Cataluña. Además, el riesgo para el crecimiento no es solo que se deshagan las reformas sino que no se inicien reformas adicionales. Así mismo, es preocupante, en la evolución reciente de la economía española, la relajación del proceso de consolidación presupuestaria.
Por otro lado, los riesgos también pueden proceder de la subida de tipos de interés en EE.UU. sobre las economías emergentes, de las tensiones que puedan derivarse de la acomodación de los mercados financieros a la divergencia de políticas monetarias a ambos lados del Atlántico, de las consecuencias de la pérdida de dinamismo de China, y del impacto del menor crecimiento de este último país y de otros emergentes sobre las economías desarrolladas.
Este informe también recoge que la población en edad de trabajar ha continuado a lo largo de los primeros trimestres del año la trayectoria descendente que mantiene desde 2010. La previsión para el conjunto de 2015 es que el empleo crezca un 3,1% y la tasa de desempleo media anual se sitúe en el 22,2%. En 2016 el crecimiento de la ocupación será algo menor, un 2,8%, mientras que la tasa de paro bajará del 20% (situándose en el 20,6% en el conjunto del año).
Respecto a la media anual de la inflación, esta se situará en torno al -0,3%, a consecuencia del abaratamiento del petróleo. El diferencial con respecto a la zona euro ha sido negativo, circunstancia para nuestro país muy beneficiosa, porque nos ha permitido ganar competitividad en costes laborales sin que esto suponga una pérdida de capacidad adquisitiva de los salarios. El año próximo se percibirá más claramente el aumento de las tensiones inflacionistas estructurales, como consecuencia de la reducción de la capacidad productiva excedentaria y del aumento de los costes de producción por el encarecimiento de los inputs importados, estimándose una tasa media anual de crecimiento de los precios cercana al 1%.
La pertenencia a un área monetaria común tiene enormes ventajas. Una de las más notables es la reducción de los costes de financiación, tanto para el sector privado como para el sector público. Sin embargo, también conlleva la renuncia a la utilización de una serie de herramientas de política económica como, por ejemplo, el tipo de cambio. Por ello, para mantener y mejorar nuestra competitividad frente al exterior, es muy importante vigilar nuestros diferenciales de costes frente a nuestros principales socios comerciales.
La productividad tiene que convertirse en el determinante clave de la competitividad. En los próximos años, España se enfrenta al reto de mantener un ritmo de crecimiento elevado de forma sostenida, posibilitando generar empleo sin ocasionar desequilibrios macroeconómicos apreciables. Es más, un reto importante para la economía española va a consistir en reducir su deuda exterior. Un aumento de la demanda nacional en torno al 3% puede elevar nuestras importaciones de bienes y servicios un 5%, que perfectamente puede llegar a ser también el ritmo de crecimiento que alcancen nuestras exportaciones, siempre y cuando se acelere la economía mundial. Ello permitiría crecimientos de la producción con equilibrio externo y, por lo tanto, sin presionar a la deuda externa. Y, para conseguir crecimientos importantes en las exportaciones, debemos orientar la economía hacia un modelo productivo que descanse sobre incrementos en la productividad. Además, a largo plazo, la productividad es el único determinante que hace posible que los salarios y los beneficios empresariales crezcan de manera sostenida sin que haya presiones inflacionistas y sin que se pierda competitividad internacional. Es decir, a fin de cuentas, la productividad es la base sobre la que se sostiene el crecimiento económico de un país y, como corolario, la renta per cápita.
Las dos reformas en pensiones realizadas, buscaban conseguir la sostenibilidad del sistema, que se encuentra ante un problema estructural de primera magnitud: el progresivo envejecimiento de la población, que unido a un descenso de la tasa de natalidad aumenta, potencialmente, la tasa de dependencia de la población mayor, y pone, si cabe, al sistema de la Seguridad Social ante un problema de sostenibilidad financiera.
Por ello se han de plantear reformas adicionales en el sistema en, al menos, tres direcciones: en primer lugar, aumentando la proporcionalidad entre las contribuciones efectuadas y las percibidas; en segundo lugar, aumentando gradualmente la edad de jubilación; y por último, incentivando la compatibilidad entre el cobro de la pensión y el alargamiento de la vida laboral. Además se deben favorecer los planes de previsión social privados, mejorando la tributación en los distintos tributos de ahorro e inversión. Es necesario, así mismo, seguir intensificando la educación financiera de la población en el marco del Plan de Educación Financiera para concienciar a la sociedad de la necesidad de la previsión social.
Es crucial apostar por la formación. Sigue existiendo una distancia muy importante entre las políticas de formación y lo que realmente necesita el mercado. Es necesario implementar un sistema permanente y eficaz de identificación de las competencias profesionales que se necesitan en el tejido productivo que tenga implicaciones en las ofertas curriculares de los estudios universitarios y de formación profesional. Además, en un entorno en continuo cambio, se ha de dar prioridad a una formación continua de calidad.
Respecto a la reforma laboral, la deficitaria redacción de alguno de sus artículos provoca muy diferentes interpretaciones. Se debería clarificar la propia norma para evitar que la misma se preste a una excesiva interpretación judicial, ya que produce efectos adversos sobre el funcionamiento empresarial. Dificulta enormemente el cambio organizativo de las empresas, proceso imprescindible para introducir nuevas tecnologías y para ganar en competitividad.
Y como ha reiterado en sucesivos informes el IEE, sería conveniente bascular la estructura tributaria hacia una mayor imposición indirecta, en detrimento de la directa y, en especial, mediante reducciones en las cotizaciones sociales.